Bolivia, un país rico en cultura y tradiciones, alberga uno de los eventos más impresionantes de América Latina: el Carnaval de Oruro. Esta festividad, que combina la religión católica y las antiguas tradiciones indígenas, se lleva a cabo en la ciudad de Oruro, situada en el altiplano boliviano, a unos 3.700 metros sobre el nivel del mar. El Carnaval de Oruro ha sido reconocido por la UNESCO como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad y atrae a miles de visitantes de todo el mundo cada año.
El origen del Carnaval de Oruro se remonta a épocas precolombinas, cuando los pueblos indígenas de la región celebraban rituales en honor a la diosa de la fertilidad, Pachamama. Con la llegada del cristianismo, estas festividades se fusionaron con la religión católica, adoptando el culto a la Virgen del Socavón como elemento central.
El carnaval de Oruro se origina en las ancestrales invocaciones andinas a la Pachamama (Madre Tierra), al Tío Supay (Diablo) de los paraje mineros y a la Virgen de la Candelaria.
Su honda espiritualidad y magnetismo se ha gestado en cinco grandes períodos.
El primero se extiende desde la aparición de la imagen de la Virgen de la Candelaria en 1789, y su revelación posterior en una cueva del cerro “Pié de Gallo”.
Cuenta la leyenda que en un socavón abandonado de la mina del cerro antes mencionado, vivía un ladrón llamado Anselmo Selarmino (el Nina Nina o Chiru Chiru) que robaba para repartirlo entre los pobres. En una de sus correrías nocturnas fue mortalmente herido por un obrero a quien pretendió quitarle el único tesoro que tenía.
En su agonía fue trasladado por una virginal mujer del pueblo hasta su morada en el socavón. Al día siguiente, fue enorme la sorpresa de los mineros de la zona que al hallar el cadáver, se encontraron con la bella imagen de la Virgen de la Candelaria custodiando la cabecera de la pobre cama de Anselmo Selarmino.
En el segundo período, los mineros, ante el descubrimiento de la virgen resuelven reverenciarla durante tres días al año desde el sábado del carnaval, usando disfraces a semejanza del diablo al ritmo de una cautivante música. Desde entonces realizan la Entrada de Cargamentos y Ceras, con ornamentos regionales, presentes de plata para la Patrona, viandas y bebidas.
En el tercer período, 1900 a 1940, irrumpen las primeras Comparsas o Fraternidades devotas de la Virgen como tropas de Diablos, Morenos y Tobas para enfilar hacia la antigua Capilla del Socavón extasiados de Chicha y Alcohol. En ese tiempo no participaban niños ni mujeres.
En el cuarto período, 1940 a 1980, reavivando prejuicios, empleados del comercio, la banca, maestros y hasta un militar se unieron al Carnaval y marcaron innovaciones a los futuros rumbos de la original Entrada. En 1970, el gobierno declaró a Oruro Capital del Folklore Boliviano, acrecentando la corriente turística.
Comienzan a surgir otros conjuntos y con la incursión resuelta de la juventud y la mujer en el Carnaval, este comienza a masificarse. En el quinto período, que data desde la década de los 80 hasta nuestros días, se vive un período de esplendor con la espectacular presentación de la mujer, el despliegue de trajes y derroche de belleza juvenil.
Por primera vez, en este período se elaboró el estudio técnico para gestionar ante la UNESCO la declaratoria del Carnaval Orureño como Patrimonio Cultural Intangible para la Humanidad.
En 2008, el Carnaval de Oruro en Bolivia fue inscrito en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la Unesco. Todos los años, durante seis días, este carnaval da lugar al despliegue de toda una gama de artes populares en forma de máscaras, tejidos y bordados.
Más de 28 mil bailarines y 10 mil músicos participan de este desfile. En 2021, el carnaval no fue celebrado y muchos danzantes fallecieron de Covid-19. Sin embargo, sus portadores siguen luchando por mantener la fiesta que mueve su economía interna, pero sobre todo, dinamiza y difunde la cosmovisión local a través del sincretismo y un fuerte sentido de pertenencia y colectividad, plasmado en la complementaria interacción entre artesanos, danzantes, músicos y otros.
Entre los conjuntos más destacados se encuentra la diablada, una danza que representa la lucha entre el bien y el mal. Los danzarines, vestidos como diablos, realizan movimientos acrobáticos al ritmo de la música de bandas de viento. También se pueden apreciar otras danzas como la morenada, la llamerada, los caporales y muchas más, cada una con su propia historia y significado cultural.
Uno de los momentos más emotivos del Carnaval de Oruro es la procesión de la Virgen del Socavón que es llevada por las calles de la ciudad, rodeada de fieles devotos y danzarines que le rinden homenaje con cantos y bailes.
Además del sábado de peregrinación, el Carnaval de Oruro también incluye otras actividades como el “mini calvario”, una feria donde se venden miniaturas de objetos que representan los deseos de las personas para el año nuevo. También se realiza el festival de bandas, donde más de 5000 músicos interpretando al unísono música nacional e internacional.
El Carnaval de Oruro es mucho más que una fiesta. Es una expresión cultural única que muestra la diversidad y riqueza de la identidad boliviana. Además de preservar las tradiciones ancestrales, el carnaval ha sido reconocido como una manifestación de religiosa, a diferencia de otros carnavales.
Si tienes la oportunidad de visitar Bolivia, el Carnaval de Oruro es definitivamente una experiencia que no debes perderte. Sumérgete en la magia y el colorido de esta festividad, admira las danzas fascinantes y descubre la esencia de la cultura boliviana en su máxima expresión. El Carnaval de Oruro te transportará a un mundo místico y te dejará recuerdos imborrables de una de las celebraciones más impresionantes de América Latina.